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“Que haya educación sexual en los colegios es lo normal en Europa”.

Es una conclusión del informe «Educación sexual en Europa y Asia Central» de la Federación Internacional de Planificación Familiar en Europa (IPPF EN) y el Centro Federal de Educación para la Salud de Alemania.

Estas dos entidades son las responsables de este informe que analiza cómo se imparte la educación sobre sexualidad en 25 países de Europa y Asia Central, el Estado español entre ellos.

La educación sexual es obligatoria ya en 12 países: Albania, Alemania, Austria, Bélgica, Estonia, Finlandia, Holanda, Letonia, República Checa, Suecia, Ucrania y Reino Unido, país este último donde se ha establecido en 2017. Además, no es objeto de oposición ni de discusión pública en Bélgica, Estonia, Finlandia, Holanda y Suecia.

En informe resalta que «en Europa se ha producido un significativo progreso en la integración de la educación sexual en los planes de estudio de los centros educativos. En 21 de los 25 países analizados existe una ley, política o estrategia por la que se establecer de manera obligatoria o se apoya».

El apartado del informe dedicado a España no es positivo. Señala que en nuestro país la educación sexual no está establecida en la ley educativa, y que su inclusión en los centros educativos «varía mucho y depende de las autoridades locales y los propios centros». Respecto a la formación de los profesores sobre este ámbito, el informe resalta que «no hay formación oficial u obligatoria», y que las y los profesores interesados en formarse «lo hacen por su propia iniciativa». Además, se señala que «en España la educación sexual tiene detractores, especialmente entre grupos conservadores». El informe resalta el papel que las ONG juegan en la oferta de educación sexual en los centros educativos, y cita como ejemplo de buena práctica los talleres que imparte la asociación «Asexórate» de Castilla-La Mancha, integrante de la FPFE.

Haz clic aquí para acceder al informe completo (en inglés)

La rama europea de IPPF recuerda en el preámbulo del informe: “Las familias pueden, y desde luego deben, jugar un papel fundamental en que sus hijas/os desarrollen relaciones saludables. Sin embargo, a menudo no están en posición de fomentar estas habilidades en las y los amigos de sus hijos, en sus compañeras/os y en sus futuras parejas. Sólo la sociedad como un todo puede abordar esta misión e invertir hoy en las competencias emocionales y sexuales de las niñas y niños y las personas jóvenes, para incrementar su bienestar y prevenir la violencia, la coerción y la desigualdad de género en el futuro. La presión social causada por una interpretación rígida de los roles tradicionales y dañinos de la feminidad y la masculinidad, particularmente respecto al sexo y a las relaciones, es la causa principal del daño y la violencia mental y física entre y hacia las personas jóvenes. No se puede pelear contra la discriminación y la desigualdad de género sin tener en cuenta tanto sus causas como sus  efectos. Cuando las personas jóvenes no tienen estas habilidades esenciales, inevitablemente sufren una falta de crecimiento personal y de disfrute, así como una carencia de habilidades para formar y fomentar relaciones estables y enriquecedoras con otras personas. Relaciones que son la base de la vida social y la sociedad moderna”.